Interbrand decidió añadir fantasía a la historia real de Ramón Bilbao, fundador de la bodega, convirtiéndolo en un explorador deseoso de descubrir mundo que decide afrontar el coste de sus viajes con el vino como moneda de cambio. Al más puro estilo Julio Verne, Interbrand construye una interesante historia que refuerza la idea de marca. Cuentan cómo Ramón Bilbao, “durante meses se dedica a calcular rutas, vientos, temperaturas y a seleccionar sus mejores caldos para la expedición, y en primavera de 1924 parte para tierras extrañas. Cambia su vino por medios de transporte, carros tirados por bueyes, camellos, elefantes, globos, dirigibles, embarcaciones imposibles… Y, tras “catar 90 países” según sus propias palabras, Ramón Bilbao retorna a su añorada Rioja donde sorprendentemente, sus vinos resultan ser más apreciados que nunca”.
A nivel gráfico, se ha modificado el logotipo para que sintetice mejor gráficamente los valores de la marca y todo aquello nuevo que debe representar. El diseño es una evolución de los iconos gráficos reconocibles de la tradición de Ramón Bilbao que busca una transformación hacia algo más atemporal, moderno y legible. El monograma evoluciona del existente utilizando los acrónimos “RB”. Los elementos gráficos se compactan con la ayuda de una circunferencia, dando al conjunto carácter y tradición como si de un sello heráldico se tratara.