Se trata de una identidad visual dinámica, lo que implica un amplio margen de flexibilidad en la disposición de ciertos elementos. En este caso, el logotipo.
La versión anterior del logo se caracterizaba por un singular corte que unía (o dividía, según se mire) ambas palabras. Este corte ha evolucionado convirtiéndose en una herramienta que hace reconocible el logotipo más allá de la forma o el color y convirtiéndose por sí mismo en un sistema de identidad.
Ahora las palabras Royal Court aparecen en una tipografía sans-serif y cortadas de forma vertical dividiendo las palabras en dos partes que se disponen separadas y “muriendo” en los límites de lados opuestos del soporte, simulando una especie de tele-transporte de las palabras entre un lado y otro. Se ha creado además una segunda versión que muestra ambas palabras cortadas de forma horizontal, para ser de nuevo dispuestas en los lados superior e inferior de la comunicación.