“Piensa en todo lo que no te gusta de tu banco, de la industria de la moda o de tu compañía telefónica. Piensa en esas interfaces caóticas y poco intuitivas que te hacen perder los nervios, las comisiones que no esperabas (aunque lo ponía en la letra pequeña de algún documento que un día firmaste), los estándares de belleza irreales que te hacen sentir que no encajas o las llamadas de comerciales para venderte cosas que no necesitas. Y ahora, prepárate para cambiarlo”.
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